miércoles, 12 de octubre de 2022

Batalla

Sentado ante el tablero, observaba el juego. La batalla había empezado en una esquina alejada, y se había propagado sin control.

Blanco y negro. Lleno y vacío. 

Había sido víctima de una sucia treta, y ahora su rival se le había adelantado. Tenía que volver a pensar friamente. ¿Qué hacer? Se encontraba ante una decisión difícil, teniendo que resolver una trampa lógica, un falso sofisma sin palabras que le atenazaba. Se le ocurrían muchos planes. Uno tras otro, pero ninguno era suficiente. El primero, el siguiente, el siguiente... uno le dejaba tuerto, otro le dejaba cojo.

Seguía sin ver solución.

Pasaba el tiempo. El reloj, ajeno al mundo, seguía su curso. Un minuto, diez, cuarenta, una hora, y media más. Su cuerpo seguía inmóvil, sus ojos fijos recorriendo el tablero sin parar de considerar alternativas, tácticas y estratagemas para eludir la trampa.

Finalmente, se movió.

Separando los dedos, alargó la mano hacia el bol y tomando una piedra, la jugó silenciosamente.

Al otro lado, otro par de ojos observaban su movimiento, y revelaron que lo que veían no era lo que esperaban. Tal vez la batalla no seguiría el curso esperado. Se conocería el resultado a tardes horas del día, pero para conocer el resultado de la guerra, habría que esperar hasta abril.




 




lunes, 29 de agosto de 2022

Rastro

Cansancio, fatiga, desgaste, hartazgo,...

Faltan palabras para definir la situación. Pero después de mucho tiempo, pudieron acceder.

Su investigación había empezado bastante tiempo atrás, al encontrar una tabla en el almacén de un anticuario. En principio, nada de particular. Un bodegón como cualquier otro. Manzanas, jarrones y lo habitual. Estaba entre un montón de basura. ¿Qué iba a tener de especial? Pero lo tenía.

Al ser pintado sobre madera y no sobre tela, se le había aplicado una capa de esmalte fijador que ya se estaba cayendo. ¿Cuántos años tendría? Tomó nota de que era uno de los puntos a investigar. Por la falta de valor de la obra no se tuvo el cuidado necesario, y al moverla, se desprendió parte de ese esmalte, junto con parte de la pintura. En ese momento, se pudo ver, de forma inesperada, que debajo de la pintura desprendida no había madera, sino otro color.

Otro color... el que había debajo no era el mismo que se observaba a primera vista. ¿Habría algo debajo? Otro punto a investigar. ¿Qué podía esconder? Cayeron unos trozos más. No muchos, sería fácil de recomponer. Una pera, después de todo, no es ningún misterio. Pero la forma que aparecía debajo tenía colores muchos más vivos. Y la forma del relieve que formaban las capas... aquello no era una fruta. Era un ave en pleno vuelo.

- ¡Es un Alcedo Atthis, o martín pescador, como dirían ustedes!

Le parecía estar oyendo a su viejo profesor de zoología. El pobre hombre podía reconocer una pluma entre mil, hasta que ya no pudo reconocerse a sí mismo.

Lo importante es que no era un elemento común en un bodegón. Había habido un cambio de estilo. Tal vez una mano nueva. Y aquello sí que era el punto importante a investigar.


Y así fue como empezó su investigación, que acabó con todo su equipo en aquella cripta a la que ellos pudieron acceder meses después, pero que, antes nadie había visto en mucho tiempo. 

Habían entrado con linternas, pero pronto comprendieron su error. Apagaron su luz eléctrica y dejaron que un viejo cirio les iluminase.