sábado, 24 de agosto de 2013

Huellas

Huellas, dejadas por el paso del tiempo, la experiencia (y las experiencias) en nosotros, y por nosotros.

Hay huellas como pisadas en la arena, que forman un camino muy largo, pero se borrarán con la primera ola y no quedará ni rastro.

Hay huellas en los caminos, dejadas por los que los recorren una y otra vez, sencillamente porque es el camino y ya tiene huellas, sin siquiera pensar si se podría caminar por donde aún no hay huellas.

Hay huellas en el cemento, de alguien que pasaba por allí llevado tal vez por el destino, y que se animó, con un punto gamberro, a dejar su nombre para la posteridad y para gracia o desgracia del cementero.

Hay huellas en la piel. Son visibles por todos, te marcan y te definen, y después de que aparezcan, tu vida antes de ellas te parece un sueño.

Hay huellas grabadas en la roca, trabajadas con martillo y cincel, y que perdurarán por siempre.

Y hay huellas en el alma.

 Huellas

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