domingo, 24 de marzo de 2013

Tiempo

El tiempo es relativo.

Lo dijo Einstein, y yo confío mucho en ese buen señor de peine haragán y lengua afable.

El tiempo es obstinado.

No importa lo que hagamos, o lo que necesitemos, siempre hará lo que le parezca. Aunque el pobre no sabe que lo que le parece, tampoco importa, porque está dominado por su naturaleza.


El tiempo avanza inexorablemente.

Inexorablemente... esa palabra que sólo se usa para el paso del tiempo. ¿Y por qué siempre se dice lo mismo? ¿Puede acaso avanzar de otra manera?

Pues tal vez sí. Porque el tiempo avanza de forma irregular. En principio, una hora son sesenta minutos, y un año dura trescientos sesenta y cinco días, menos cuando se le acumula la faena y se coge un día más. Asuntos propios, debe ser.

Pero a veces, algunos periodos se hacen de rogar. Se alaaaargaaan, no se acaban nunca. Y aveces te hacen un quiebro y se te escurren de entre los dedos.

¿Será porque es relativo? ¿O será su manera de rebelarse de su propia naturaleza?

Pues sí que va a resultar que es obstinado...


El tiempo se detuvo

No hay comentarios:

Publicar un comentario